La cobardía de adelantar la derrota
Sin pena ni gloria, José Luis Rodríguez Zapatero acaba de convocar elecciones generales para el 20 de noviembre.
Yo me eduqué en un entorno de auténtica izquierda, y lo primero que me enseñaron, desde niño, es que las personas de izquierda no nos rendimos. Sostuve y sostengo que uno de los grandes engaños de la política española es el desplazamiento del eje del centro. El PSOE nos vende, en una cajita con un moño rojo, su izquierdismo levemente populista y al mismo tiempo su moderación criteriosa, a efectos de no espantar a los grandes capitales, siempre más propensos a llevarse bien con la derecha, cuando en realidad es claramente un partido socialdemócrata de centro. Mientras tanto, en el mismo cuadrilátero, el PP comercializa una imagen de derecha moderada, ligeramente conservadora, intentando encubrir su auténtico fascismo y su deseo oculto de regresar a la edad media, para no ahuyentar al electorado de centro. El resto de los partidos, desde el UPyD de Rosa Diez, hasta la patética Izquierda Unida de Gaspar Llamazares, chapotea en un barro confuso de lugares comunes, discursos agotados y falta de identidad política.
Y ahora, en un acto de suma cobardía, el Presidente del Gobierno, mal apertrechado detrás de unas delgadísimas cifras macroeconómicas, aprovecha el receso de verano para adelantar la más que probable derrota electoral que sufrirá el PSOE a manos de Mariano Rajoy, un líder en el que puede reconocerse de todo, menos liderazgo. Se supone que los miserables repuntes de la adelgazada economía Española son suficientes para declarar, con la boca pequeña, que hemos encarado la senda de la recuperación, esta vez de manera definitiva, y gracias a los recortes mal aplicados aquí y allá por el Estado del Despilfarro.
De auténtica izquierda, señor Rodríguez Zapatero, hubiese sido racionalizar los recursos del Estado cuando las arcas rebosaban de Euros, y en lugar de hacer políticas populistas de las que garantizan votos, asegurar el futuro de los jóvenes y el retiro de los ancianos. Hubiese sido de auténtica izquierda revisar el despilfarro del gasto público, redefinir los protocolos de derroche de la sanidad pública, eliminar la duplicidad de las administraciones cuando un mercado laboral de pleno empleo podía absorber trabajadores, rediscutir las competencias autonómicas redundantes con el estado central, y, por sobre todas las cosas, establecer reglas del juego claras para el rescate de la banca, porque lo que no puede ser es que con dinero público se rescate a empresas privadas, utilizando el argumento – válido, en mi opinión – de que los bancos deben cumplir una función social, pero sin exigirles ni imponerles los términos en los que deben conceder crédito, y permitiéndoles premiar la mala gestión de sus directivos con sueldos millonarios y primas de siete dígitos, y, sobre todo, continuar sin cumplir con la función social para la que fueron rescatados.
Lo que no es en ningún caso de izquierda, señor Presidente, es aprovechar la primera vez que amaina el huracán, para abandonar el barco y esconder la cabeza en tierra firme, no aguantar el chaparrón y anticipar las elecciones, sabiendo perfectamente que, debido a la fantasía popular de que la derecha gestiona mejor la economía – falso -, y que es más amiga de los empresarios – verdadero, pero no tanto. Los empresarios son amigos de quien les traiga buenos negocios -, la victoria del Partido Popular será inevitable, y que los populismos generosamente despilfarrados durante su gestión de centro derecha disfrazada de izquierdista, se los llevará el viento, junto a los derechos de matrimonio igualitario, y seguramente a una nueva payasada nacional en materia de educación.
Lo que no es de izquierda, señor Rodríguez Zapatero, es la cobardía flagrante de adelantar la derrota, huyendo hacia adelante, cuando la combinación nefasta de la crisis económica y de la mala gestión es ya imposible de enderezar, para retirarse tranquilamente a descansar, dejándonos en manos, nada menos, que de la ultraderecha nacional, encarnada en la falsa moderación política de Mariano Rajoy.
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- susi grau en Café con aroma de varón
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Excelente artículo Federico. Una escenografía muy bien representada de la decadencia de la política española que no se ha recuperado desde que UGT y PSOE decidieron escindirse allá por el 86.
Desde ese momento la izquierda obrera como la conocéis en Sudamérica dejó de existir y se instaló una casta de políticos nacidos dentro de la sociedad del bienestar sin ideales y con muy poca consciencia social que ha dilapidado los avances conseguidos desde el 77.
La practica desaparición del partido comunista y la apatía de los votantes han convertido los comicios electorales en un erial al que sólo acuden los chacales y las ienas más inmundas para repartirse las migajas del pastel democrático
De acuerdo contigo, compañero.
Gracias por pasarte por aquí y compartir tu opinión 🙂
Abrazo!
F.